Jaguarcitos

Hablando del rescate de la pintura mural en el Ex Convento de Zacatlán, me gustaría decirles que, como restauradora, es imposible no encariñarse a las obras que pasan por mis manos. Claro ejemplo fueron mis jaguarcitos, pintados por indígenas en el S.XVI y que me esperaron por tantos siglos.
Cuando empezamos los trabajos de restauración, después de haber hecho varias calas en los muros, quedaron parcialmente visibles dos jaguarcitos (que más lindos no podrían estar) en excelente estado de conservación, si tomamos en cuenta los siglos que llevan ahí y todo lo que vivieron, además de otros detalles que, al parecer, conformaban una escena.
Con la autorización del INAH empezamos a liberar el los muros ochabados del presbiterio, encontrándonos con una capa de pintura (al oleo) que cubría a los jaguarcitos. Afortunadamente (si, afortunadamente) pudimos retirar esa capa de pintura (se escuchaban los gritos de los jaguarcitos que decían "¡libérenos!" jaja) y empezamos a retirar con bisturí y mucho cuidado la capa pictórica. Ahí estaban. Con garritas y colitas y manchitas. Liberamos los dos que estaban parcialmente visibles, pero cuando descubrí el tercero (el más lindo!) y luego a un cazador con arquito y flecha, cuando encontramos árboles, personajes españoles, conejitos perfectamente delineados, el sacrificio de un venado, una aldea...en verdad fue algo para mí como profesional muy importante y esa sensación al poder dejar patrimonio de tal importancia visible para la gente es única, poderosa y mágica.
Finalmente se liberaron los dos muros, contienen símbolos y escenas dentro de escenas...no es mi chamba interpretarlos, pero hasta la fecha no deja de sorprenderme su existencia y el hecho de saber que mis antepasados dejaron esto para nosotros y que pudieron haber sido descubiertos por algún otro restaurador, pero fue por mí. (yei!)